About la bloggera.

Mi foto
Rosarina, infantil, extremista. Actualmente viviendo en Baires

Bienvenidos (:

Buenas, acá debería ir un saludo cordial por haber entrado/haberse topado con mi página *inserte saludo cordial con una carita feliz* Tendría que decir que en realidad este blog no tiene una temática fija, en realidad ya ni recuerdo el motivo de por qué lo hice, o cuando lo hice, pero acá esta firme siempre cuando quiero vaciar un pensamiento o en esos arranques de querer mostrar al mundo entero lo que uno hace/escribe. De manera anecdótica: decidí andar con una agendita de hojas blancas para todos lados, a veces las ideas te pueden venir en el colectivo/en la facultad/caminando/hablando con alguien, no sé si les pasará ,como a veces sucede con los sueños, que si dejas una idea esta en un ratito se puede ir -a menos que sean esas testarudas que te presionan a más no poder hasta que le des un poco de atención- bueno, la idea de empezar a llevar la agendita es para poder atrapar a tiempo a esas tímidas que se asoman un poquito y pueden huir.
Creo que este blog es para esos momentos que se asoma una en los momentos que estoy en la computadora, además de poder mostrar que pese a que una idea puede ser un tanto tímida, miedosa, con poco estima de sí, todas son lindas y se pueden apreciar. Las mías están por acá.

22/7/15

Reír.

Odiaba verla regodearse entre todos. Su vestido combinaba con los pasos largos que daba descalza sobre el pasto. Su sonrisa me perturbaba.
Porque ella era luz cuando yo estaba en medio de mis tormentos, porque ella se dejaba libre mientras yo era todo lo opuesto: atado, magullado, enredado con las palabras que no puedo animarme a decir.
Será por eso que quise acercarme, por eso mismo supe lo que era que te dediquen una sonrisa. Y que sonrisa! Le hablé como si (pudiera) fuera alguien común, primero incidir en temas que permitan que ella desborde, me muestre confianza, que sienta que solo quiero un poco de su atención (aunque era así). Luego le halague el vestido que portaba, como hacía que destaquen sus ojos marrones, porque para mí no eran comunes, tenían una vida que yo ansiaba.
Sonreía, se reía y hasta me pareció ver que se ruborizó en un momento. Gané.
Estornudó, le alcancé un pañuelito que además contenía un papel con mi número de celular. Ya era un poco tarde, estaba atardeciendo y tenía que volver a mi casa. La despedí, no sin antes dedicarle mi última trampa: por única excepción le dedique una sonrisa, no era real, pero servía, me di cuenta por su mirada que me sirvió.
Me alejé y sentí que me observaban por atrás. Fui por el camino que conocía bastante bien: derecho por el parque atravesando la fuente central, doblé cuando vi el rosedal y en vez de seguir por el barrio de casas con fachadas presuntuosas, tomé el camino de la cortada, tres casas mano izquierda. La única casa de madera oscura en donde aún existía un buzón fuera de la casa. Nunca consideré en remodelar la fachada, y quizás toda la casa, en realidad siento que el hogar de cada uno representa como somos en realidad quitando toda mascara que nos ponemos ante la sociedad. Por eso siento que mi casa iba perfecta conmigo.
Félix pasó entre mis piernas en modo de saludo, dejé los zapatos en la entrada de la casa y me puse las pantuflas, colgué el saco al lado de la puerta. Subí al baño, creo que en este día tuve muchos logros, todo se tiene que realizar paso a paso porque sino ante el más mínimo detalle todo tu castillo de naipes se derrumba. Esto no es un juego, de verdad que es en serio.
Abrí la canilla dejando que la bañera se pueda llenar, de esta forma busque mis ropas, algún libro para pasar el tiempo y el juego de toallas nuevo que tenía ganas de estrenar. Hoy era un día de esos. Me sumerjo tratando de encontrar ese momento donde tus pensamientos quedan en stand by, pero no lo podía conseguir, cerraba mis ojos y su sonrisa, mi sonrisa, se materializaba frente a mi, Veía como un alterego merodeaba por el borde la bañera, desnuda, se sentó en el borde, de manera curiosa observaba el libro que había elegido y mientras, me dedica una mirada penetrante, ella ya sabía lo que opinaba de sus ojos, más de su mirada aún así lo hace, qué necesidad tiene acaso. Se acerca a la cabecera, y es ahí cuando nuestra distancia se empezó a acortar, su mirada nunca se despegó de la mía, pese a esto sentía que la tensión aumentaba mientras los centímetros se acortaban entre nos. Entre tanta tensión, los alientos juntos, ella tan perversa atina a hacerme volver a mi realidad: se rie en mi cara, y yo tan estupefacto en ese momento me invadió la bronca. No podía dejarla así, no podía hacer que me dedique ese tipo de sonrisa, la agarré de los pechos y la acerque de vuelta, frente a frente. La miré, miré esos ojos que me encantaría poseer, sus pelos un poco los ocultaban pero sabía que ahí estaban, me clavaban. No decía nada, pues claro, qué iba a decir? Un minuto la tuve así hasta que no aguanté más y la besé, mejor dicho la mordí. Porque ella no merecía un beso, no habiéndome dedicado una sonrisa que yo no buscaba.
En todo eso nunca dijo nada, pero cuando se fue me dejó con muchas palabras atragantadas y un asunto que tenía que resolver antes de concluir mi baño. No me gusta.
Una vez en mi cuarto habiendo solucionado todo procedo a acostarme en mi cama, siento el sonido de mi celular tanteando de antemano quien podía ser el destinatario de ese mensaje.
No costó bastante, una simple pregunta “Llegaste bien? no sabía que vivías cerca del parque.”. Esta vez una sonrisa verdadera se formó en mi rostro, no la pensé mucho, no quería tampoco tardar en que ella reciba su respuesta, pero quise darle a entender que al día siguiente iba a ir otra vez. Lo envié, y cerré mis ojos dejando paso al sueño y a esos pensamientos que no me gustan sacar a la luz.
Un tormento de promesas que no van a poder ser, ese miedo por no poder armar una simple frase, tantos problemas generados por no soltar de una vez. Entiendo que todo esto de a poco lo fui generando, a su vez, la opresión que me genera poder herir a alguien me deja indefenso, me vuelvo más débil a los impulsos que no debería cometer. Si tan solo pudiera realizar, si tan solo pudiera comprender que no puedo vivir del pasado. Si tan solo pudiera…
Sin darme cuenta me dormí y soñé con esas épocas antiguas donde no aún no habían nudos en mi vida, donde la veía danzar y no la odiaba por eso. Cuando éramos uno solo.
Al día siguiente volví al parque, ella estaba en el mismo lugar de ayer, con su misma forma de ser pero con diferente vestido. Una vez que me pudo ver, se detuvo y empezó a caminar hacia mí. Traté de mantenerme calmo, tenía todo calculado igualmente.
Llegó y me dedico otra de esas sonrisas, otra de mis sonrisas, hablamos un rato de nimiedades, cosas sin sentido, hasta que preguntó por mi hogar, por donde vivo, por cómo es mi casa. Cuando le contesté, no sé si quiso seguir con el dialogo, o simplemente lo tomó como una excusa para decirme esa verdad que aún no quería escuchar. Menos de ella.
“Me parece haberla visto antes, cuando pasé por ahí la sentí muy cargada, como si estuviera estancada en el tiempo alrededor de todo lo demás. Creo que se vería mejor si te deshaces de todo lo que esta demás y la remodelas, no crees?  
Otra sonrisa falsa, si fuera por mi la hubiera agarrado de ese cuello frágil con todas mis fuerzas, quería escuchar otros sonidos que no fueran su risa, que entendiera un poco de mi mundo, porque es que somos tan parecidos, pero tan distintos. Cómo es que ella sonríe tanto, sonríe a todos. Lo peor es que tenía razón, algo tan simple, pero tan oculto en el fondo de mi ser. Pero a mí me costaba demasiado, me provocaba insomnio pensar en cómo desatar todos los nudos presentes, en realidad lo que me costaba era admitir que para dar paso a algo nuevo debía por fin deshacerme de lo viejo. Una frase, un par de palabras, pero esas mismas implicaban un gran desarraigo.
Capaz era momento…
El mismo recorrido a mi casa, el mismo ritual al llegar. Esta vez al acostarme no tomé mi celular por algún mensaje, sino para elaborar uno. Uno que tendría que haberlo hecho hace bastante, no a ella, a otra persona, pero por varios motivos no podía redactarlo. Ese mensaje era el causante de verla a ella sonreír y a mí, bueno, así. Respiré, inhalé y lo hice.
“Terminemos, no da para más”
Apagué el celular. Sabía que después iba a tener que dar las debidas explicaciones, pero eso sería en otro momento, lo fundamental se hizo.
Esta vez no soñé con tormentos, ni con marañas, en realidad ella apareció en mi cuarto, caminando despacio por el costado de mi cama. Nuestras miradas estaban fijas y sentí el momento en que comenzó a apoyarse sobre la frazada. No buscó otra cosa más que abrazarme firmemente. Ah, esa sensación… Con que así era sentirse libre. Mantuvimos el abrazo hasta que de a poco se fue esfumando, me fue penetrando.
Cuando me levante ya éramos uno.
Volví al parque, en el trayecto sentí que el rosedal tenía más rosas y estas a su vez estaban más vivas, la fuente otorgaba un brillo que le daba un toque más alegre al mismo  y su sonido te traía cierta calma. El día estaba soleado, y parecía que cada cosa se complementaba perfectamente. En el mismo lugar de siempre, ella no estaba danzando, no es que hubiera un vacío por su ausencia, en realidad ella ahora estaba donde tendría que haber estado hace mucho tiempo. Mientras iba caminando me choqué con alguien por accidente, el mismo se disculpa y yo acepto las mismas. Le sonreí, pero esta vez no era alguna de mis sonrisas falsas, esta vez, por fin, era mi sonrisa.
Una vez en casa, saludo a Félix, dejo el abrigo al costado, me pongo las pantuflas y me dirijo hacia arriba para poder darme un baño y hundirme en mis pensamientos. Esta vez sentí que todo se podía ver mucho más claro.
Como un rayo, un pensamiento final:
“Creo que es momento de remodelar mi casa.”
Sumergí mi cabeza en el agua y sonreí. De verdad la extrañaba…

3/7/15

Perdón.
-perdón por no haberte querido de la forma que lo hiciste tu conmigo-

Hermoso (sos)
el viento.
Y no entiendo como eres al final, te transformas
                                                                              mutas.
pero a veces creo que al mirarte a los ojos me decis eso que esta oculto
Ahí,
       en tu pecho.
Cogería, entonces, valor,
premeditando los inoportunos
¡Alzaré la voz!
Gritaré fuerte, tan fuerte para que mis miedos salgan de mi boca
exclamaré todo lo que vengo escondiendo detras de mis gestos:
 Lo mucho que me ruborizas, las ganas de agarrarte desaforadamente del cuello de tu remera.
Morderte.
Tratar de intentar eso que veo que hacen las parejas. ¿Amor? No sé si llamarlo de esa manera.
Solo quiero que dejemos de corrernos el uno al otro, es porque eso logra que nunca nos encontremos.
-deseo que nos volvamos a ver frente a frente-

Así fue como cayó un grano de arena y se llenó.
cuando te quise hablar paré, miré al frente, pero no estabas mirandome.

Giré el reloj y volví a empezar.