Abrazó a su amigo, lo miró de cerca y se teletransportó al pasado.

Recordó aquella ocasión, un día de calor en donde el sol no molestaba y la calma reino por un momento, el momento en la que las emociones volaron, bailaron, estallaron y se calmaron, el instante en que un volcán erupciona y nada llama más la atención que la majestuosidad de su rojo vivo, pacifico pero a la vez temperamental. Un dejavú donde había hecho lo mismo: se acercó dulcemente a su pecho y lo rodeó con sus brazos, recibió su descarga energéticamente intensa, su amor mezclado con los delirios de un verano que aprisionó contra la espada y la pared a dos personas para que luego ella arrime su rostro cerca del suyo, sienta su aroma suave y profundo, abra los ojos y...

Asco, no resultó ser la misma persona y un baño de vergüenza la mojo. Aunque también halla un cariño presente entre las dos personas presentes, no era algo correspondido, era una desilusión mezclada con estupefacción. El dejarse engañar por acciones similares, pero que no llevan al mismo final, no provocan lo mismo en ninguno de los dos.

Se alejó precipitadamente al solo abrir los ojos y ver que no era lo que imaginaba.

Un silencio reino por unos segundos. Esa sensación de incomodidad por algo que no es en todas sus formas.