-Nunca fue tu culpa sino la mía. No es que te quiera obligar porque eso es lo que menos quiero (y quería) hacerte.
Se sirvió una taza de té y continuó.
-Nunca te obligaría a que hagas algo a la fuerza, pese a que yo quería, a que mis sentimientos aun deseaban que estés conmigo, una parte racional, una pequeña chispa inteligente sabía que así iba a terminar mal. Te estaba pidiendo más de lo que podías o tenías intención de darme.
Suspiró, lo miró, zigzagueó un poco por la sala. Suspiró de vuelta aspirando valor y dijo:
-¡Y si! Puede ser que te halla dejado pensando que todo estaba bien, pude haber tratado de tratarte como a todo lo común, pero no, en mi interior quería decirte lo importante que sos y todo lo que crecí contigo. Me complementaste porque cuando te tenía no eramos dos sino uno solo.
Vaciló, lo miró, quiso acariciarlo pero no. Prosiguió:
-Cada uno esta en otros momentos, yo tengo que seguir y crecer y aunque no quiera te tengo que dejar. Ya no podemos ser uno debido a que aunque fue bello y no lo es. ¿Para qué revivir algo que ya esta muerto?
Fuiste mi tierno comienzo, gracias y adiós.
Lo agarró y lo llevó a su destino final. Una lagrima se le había escapado. No lo quería soltar, pero era lo mejor. Tenía que avanzar,estaba gastado, no daba para más.
Cayó en el colchón de residuos. Una lagrima.
-Me acordaré de vos, fuiste mi comienzo pero no mi final.
Dio media vuelta y siguió su camino, tenía que probar su nuevo cuaderno marfil mientras tanto el otro estaba carcomido por el tiempo. Un librito lleno de recuerdos, principios y aparte significados. Un pequeño objeto que no puede quedarse como todo, solo dejarlo ir.
Como todo.
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