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Rosarina, infantil, extremista. Actualmente viviendo en Baires

Bienvenidos (:

Buenas, acá debería ir un saludo cordial por haber entrado/haberse topado con mi página *inserte saludo cordial con una carita feliz* Tendría que decir que en realidad este blog no tiene una temática fija, en realidad ya ni recuerdo el motivo de por qué lo hice, o cuando lo hice, pero acá esta firme siempre cuando quiero vaciar un pensamiento o en esos arranques de querer mostrar al mundo entero lo que uno hace/escribe. De manera anecdótica: decidí andar con una agendita de hojas blancas para todos lados, a veces las ideas te pueden venir en el colectivo/en la facultad/caminando/hablando con alguien, no sé si les pasará ,como a veces sucede con los sueños, que si dejas una idea esta en un ratito se puede ir -a menos que sean esas testarudas que te presionan a más no poder hasta que le des un poco de atención- bueno, la idea de empezar a llevar la agendita es para poder atrapar a tiempo a esas tímidas que se asoman un poquito y pueden huir.
Creo que este blog es para esos momentos que se asoma una en los momentos que estoy en la computadora, además de poder mostrar que pese a que una idea puede ser un tanto tímida, miedosa, con poco estima de sí, todas son lindas y se pueden apreciar. Las mías están por acá.

16/10/11

Taburete blanco.

Sol claro. La pradera se sumía en la tranquilidad, recuerdo haber levantado la vista hacia el naranjo y ahí estaba ella, también estaba yo.
Solo estaba parada, con su vestido blanco tan puro como su mirada: perdida. Se encontraba parada mirándome confundida pero sonriente.
Corrí, quise llenar mis brazos con ella, detener el movimiento de su cabello castaño con unas manos, la desesperación me consumía solo quería tener un poco de su aire así que opte por correr por dejar de lado mi puesto de observador y pasar a ser parte de la escena que presenciaba.
Con cada paso me aproxima más pero ella seguía inmóvil, mirándome perdida con su sonrisa infantil, no hacía nada más que mirarme y yo solo corría. Hice mi último pique hasta poder estar en frente de ella, no recuerdo cuanto habré corrido, si habrán sido 200 metros o tres cuartos de kilómetro eso no era de mera importancia ya que con cada paso se percibía un latido, se formaba un flash instantáneo en mi mente. Un paso, una caricia; dos, su sonrisa junto a la mía; tres, su aguda risa de dientes blancos vestida con melena caoba; cuatro, dos gotas brillantes observándome tranquilas. Cinco y me detengo: estaba enfrente mio analizándome con sus ojos en otro mundo, con su pelo moviéndose a la izquierda aferrándose a su vestido como si fuera la único que tuviera en ese lugar.
Me tendí, extendí mis brazos hacia su cuerpo pero solo conseguir tenerme a mi mismo. Se había esfumado en el preciso instante que mis brazos intentaron tocarla ahora estaba yo solo en la pradera con el eco de su risa, con el fantasma de su mirada , con la imagen viva de sus ojos. Quedé varado en la pradera parado en el medio de la nada, en un hueco negro tan vivo como los frutos del naranjo, solo atiné a sentarme, a poder acurrucarme y dormirme sobre el árbol, a dormirme sobre el árbol hasta que algo u alguien me levantara...
Habían transcurrido tres años de su ida y hasta ese momento sigo soñando con el reencuentro inesperado. Pese a que solo sucede todo eso en mis fantasías más profundas algunas se acercan a la realidad, todavía puedo sentir que esta viva ahí, mirándome, porque sabe que yo aún la llamo en mis sueños y viene a cuidarme a hablarme con sus gestos, "estoy bien" eso siempre me dice en cada encuentro, al final de estos solo me hallo tirado en la cama con su "estoy bien" que me reconforta.
Miré las sabanas que algún momento nos cubrió a nosotros dos y ahora solo encontré un reflejo pequeño, un hilo ondulado que en un momento tuvo vida, lo inspeccioné, también verifiqué de que no estuviera soñando. Efectivamente no era un sueño y lo que se encontraba protegido en mi palma era uno de tus cabellos que conservaban tu aroma. Lo sostuve fuerte con mi mano izquierda, no voy a negar que no grité, que no me sentí euforicamente feliz por un segundo y al otro segundo por la ventana de mi habitación escuché tu voz.
Me levanté para dirigirme a la ventana. De nuevo observo una pradera vacía, tranquila. Veo un poco más al fondo y encuentro el naranjo en el cual siempre nos encontramos clandestinamente en mis ilusiones: su tronco mediano malgastado por lo años, unos frutos vivos y brillantes, hojas que bailan a la par del viento y alguna que otra que se escapa para irse volando a otro lugar. También veo la rama sobresaliente del naranjo donde abajo de esta siempre la hallo parada. En vez de ella solo esta el pequeño taburete blanco el cual mi amor usaba para leer o sentarse a pensar en sus días más grises, se encuentra ahí al frente de mi vista diciéndome toda la vida de ella, porque en verdad nunca fue feliz acá en el campo solo sonreía sentada en su banquito mirando a la nada, riéndose sola, dejando que su pelo vuele con el viento. El taburete me habla a mi y me contó sobre la amistad que compartían los dos juntos. Cómplices al punto de que en el transcurso de los días, ya me hablaba cada vez menos y su luz se apagaba. Era ella y el taburete, ella y la pradera, ella y la nada, pero no era ella conmigo.
Ahora miró a través del vidrio al cómplice de mi pareja que la acompaño a cada instante, arriba esta la rama sobresaliente del naranjo, más adelante una soga colgada. Sigue ahí desde el día que se despidió de su mundo sin decirme adiós y cada día que pasa ruego que se esfume todo eso de ahí, ya no quiero a los fantasmas del pasado, pero aún no puedo superar su partida, nunca pude conocer completamente su mundo, el autismo que tanto bien le provocaba ¿Si ella no era feliz conmigo por qué no me lo dijo?
Pero no, nunca nos dijimos nada, nos consumió la rutina el uno al otro y el temor de decir lo que sentíamos, ella quiso terminar con eso, no aguantaba más su entorno, solo era feliz aislándose, con su vació, su taburete, su pradera tibia y pacifica. Igualmente hubo un punto que ni eso la ayudó y así se marchó.
El taburete me habla tanto por el como por ella tratando de querer cumplir uno de los deseos de mi querida. El taburete cada día que lo observo me dice junto a la soga que esta por encima de el me dice cuatro palabras sabías : "enfrenta a tus miedos".
Miro a mi mano izquierda y abro el puño, ahí estaba su cabello que brillaba con el sol, que tuve la suerte de encontrarlo. "Estoy bien" eso me decía ella.
Diviso al banquito otra vez, me habla de que enfrente a mis miedos y lo lograré. Sé que ella esta bien...

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